Lecciones políticas que nos puede ir dejando de la guerra en Ucrania



Al conmemorar el segundo aniversario de la guerra en Ucrania, un conflicto que la Federación Rusa ha etiquetado como "operación militar especial" y que el gobierno chino ha denominado como "crisis de Ucrania", se vislumbran valiosas lecciones políticas que merecen la atención de los líderes actuales al abordar decisiones cruciales en el ámbito internacional. A continuación, destacaré algunas de estas lecciones para su consideración:


NO SE PUEDE IR A LA GUERRA SIN UN ESTUDIO ADECUADO DE LA RESPUESTA DE LOS ALIADOS Y DEL ADVERSARIO


    El análisis retrospectivo de la "Operación Militar Especial" liderada por Putin en Ucrania revela una serie de fallos estratégicos fundamentales por parte de los planificadores rusos. Si bien reconocieron las debilidades estructurales de Ucrania, subestimaron gravemente el impacto potencial de una intervención extranjera en forma de suministro de armamento, despliegue de mercenarios y expertos militares, así como el apoyo financiero e información de inteligencia proporcionados a través de canales no convencionales. 


Esta falta de previsión llevó a una evaluación errónea de la situación, alimentada por una narrativa propagandística que proyectaba una "guerra de tres días". Sin embargo, la realidad demostró ser muy diferente, con un conflicto en curso que ha perdurado por más de dos años y que continúa desafiando las expectativas iniciales de los estrategas rusos.


Los avances tecnológicos en comunicaciones y vigilancia han desempeñado un papel crucial en el conflicto ucraniano. Los equipos de comunicación satelital de la empresa Interlink, propiedad de Elon Musk, han sido fundamentales para cubrir la destrucción de gran parte de la infraestructura de comunicaciones de Ucrania. Además, los sistemas de vigilancia y reconocimiento electrónicos de agencias estadounidenses como la CIA y la NSA han proporcionado a Ucrania capacidades de monitoreo que han sorprendido a sus adversarios.


Por otro lado, la capacidad de Ucrania para mantener una administración pública funcional en medio de un estado de guerra ha sido posible gracias al apoyo financiero proveniente del mundo occidental. Este respaldo ha representado un serio revés para los cálculos políticos de aquellos que subestimaron la capacidad de resistencia y adaptabilidad del gobierno ucraniano en tiempos de crisis.


Es crucial aprender de la historia para evitar errores costosos en el ámbito militar y geopolítico. El caso de Irak en 1990 proporciona una lección vívida sobre las consecuencias devastadoras de subestimar a un adversario supuestamente más débil.


La rápida ocupación de Kuwait por parte de Irak, justificada bajo el pretexto de una supuesta disputa territorial, inicialmente parecía ser una victoria fácil. Sin embargo, esta acción desencadenó una respuesta internacional coordinada que incluyó una invasión aérea y terrestre que desmanteló las fuerzas armadas iraquíes en cuestión de meses.


Este ejemplo ilustra la importancia de evaluar cuidadosamente las capacidades y las posibles respuestas de los adversarios antes de emprender acciones militares. Subestimar a un enemigo puede tener consecuencias catastróficas y sembrar el camino para desastres posteriores. En resumen, es esencial tener en cuenta lecciones pasadas para evitar cometer errores similares en el futuro.



NO SE PUEDE IR A LA GUERRA SIN ENTENDER LOS CAMBIOS TECNOLÓGICOS ACTUALES


    La guerra en Ucrania ha desafiado las expectativas al revelar que la abrumadora superioridad material y técnica de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa no garantiza una victoria rápida en el conflicto. A pesar de contar con una amplia gama de vehículos blindados, barcos de guerra, misiles, aviones y otros equipos militares, la efectividad de estas fuerzas se ha visto contrarrestada por el uso de armas de alta tecnología estadounidense, como los lanzacohetes HIMARS, que han emergido como actores clave en el escenario bélico.


Además, la introducción de drones ha revolucionado el campo de batalla al proporcionar a las fuerzas ucranianas una capacidad destructiva sorprendente a un costo relativamente bajo. Estos sistemas, que son económicos de adquirir o fabricar, han demostrado su eficacia en numerosos videos que muestran la destrucción de tanques, cañones, barcos, lanzamisiles y depósitos de munición y combustible, desafiando así la supremacía de armas costosas y complejas de fabricar.


Este desarrollo estratégico destaca la importancia de la innovación tecnológica y la adaptabilidad en el campo de batalla moderno, donde la ventaja no siempre recae en la cantidad o el costo de los equipos militares, sino en la capacidad de utilizar recursos con eficacia y precisión para alcanzar los objetivos deseados.


En el contexto del conflicto en Ucrania, los gobiernos de Turquía y la República Islámica de Irán emergen como los grandes beneficiarios, al demostrar la eficacia y confiabilidad de sus industrias militares. Como proveedores clave de armamento a Ucrania y la Federación Rusa respectivamente, han posicionado sus productos como alternativas asequibles y de alta calidad en el campo de batalla.


Este escenario refleja un paralelismo con el impacto de los misiles antiaéreos y antitanques soviéticos durante la Guerra de Yom Kippur en 1973. En aquel conflicto, las Fuerzas de Defensa de Israel se vieron abrumadas por la superioridad de los equipos soviéticos, pero lograron sobrevivir gracias al apoyo vital de suministros militares estadounidenses, que reemplazaron las pérdidas sufridas en combate.


El éxito de Turquía y la República Islámica de Irán en el suministro de armas durante el conflicto en Ucrania establece un precedente importante en el mercado mundial de defensa. Su capacidad para ofrecer productos de calidad a precios competitivos y en grandes cantidades garantiza una demanda sostenida por parte de las fuerzas militares de todo el mundo en el futuro próximo.


La realidad actual plantea un desafío significativo para aquellos países que han invertido enormes recursos financieros en armamento convencional previo al conflicto en Ucrania. La emergencia de armas más económicas y tecnológicamente avanzadas ahora plantea la posibilidad de enfrentar estas inversiones previas con una alternativa más accesible y eficaz en el campo de batalla.


Los ministros de Defensa de diversas naciones se enfrentan al desafío político de persuadir a sus gobiernos sobre la necesidad imperiosa de reequipar las Fuerzas Armadas con nuevos equipos y adaptar sus estructuras organizativas. Este llamado a la modernización se basa en informes técnicos elaborados por los Estados Mayores, que destacan la importancia de integrar unidades de guerra cibernética y espacial, así como la creciente relevancia del operador de drones en el escenario militar contemporáneo.


Estos desarrollos reflejan la evolución del concepto de guerrero del siglo XXI, donde la capacidad para adaptarse a las nuevas tecnologías y tácticas de combate se ha convertido en un factor determinante para el éxito en los conflictos actuales y futuros.


NO SE PUEDE IR A LA GUERRA SIN UN PLAN DE CONTINGENCIA ECONÓMICO A CORTO Y LARGO PLAZO


    Uno de los aspectos más destacados que merece atención por parte de políticos y académicos es la notable gestión financiera y económica del gobierno de la Federación Rusa durante los dos primeros años de conflicto. A pesar de enfrentar un considerable número de sanciones financieras y comerciales, el país ha evitado la transición abrupta a un estado de Economía de Guerra Total y Movilización General.


Este logro es digno de estudio debido a que la implementación de medidas extremas habría conllevado a la paralización económica del sector civil y generado un malestar político significativo. La habilidad para mantener una estabilidad relativa en la economía a pesar de las presiones externas resalta la capacidad de resiliencia y adaptación del gobierno ruso ante condiciones adversas.


Quizás uno de los errores estratégicos más destacados del gobierno ruso fue su omisión al no retirar una parte significativa de los 200.000 millones de dólares depositados en el extranjero, así como su falta de coordinación con los empresarios locales, conocidos como oligarcas, para implementar una política preventiva de venta de activos y transferencia de capitales a países aliados, donde no se hubieran visto afectados por las sanciones financieras.


A pesar de este contratiempo, el gobierno ruso ha demostrado habilidad al establecer un Plan Efectivo de Sustitución de Importaciones Vitales para su industria militar y la economía en general. A través de la adquisición de insumos importados de países occidentales a través de empresas intermediarias, especialmente de Asia, han logrado sortear las sanciones de manera efectiva debido a las complejas relaciones comerciales de estas empresas con múltiples países del G-20.


Además, resulta notable el desarrollo de una "Flota Fantasma" de buques petroleros y otros tipos, que continúan facilitando las exportaciones e importaciones rusas a nivel global. Este enfoque creativo ha permitido mantener la actividad comercial del país en medio de un entorno internacional adverso, demostrando una capacidad de adaptación y resiliencia económica digna de estudio.


A pesar de la devastación económica experimentada por países como Cuba y Venezuela debido a las duras sanciones impuestas, según admiten sus propios gobiernos, la economía rusa parece resistir los embates de la guerra de sanciones. Incluso, estas medidas no han llegado a afectar significativamente los gastos militares de Rusia en Ucrania, lo que ha llevado a la imposición de nuevas y más severas rondas de sanciones.


Hasta el momento de redactar este artículo, estas medidas restrictivas no han logrado detener la industria militar rusa ni obstaculizar sus exportaciones energéticas. Además, no se han registrado aumentos significativos en el desempleo, protestas populares o emigración masiva de la juventud rusa. Esta capacidad de resistencia económica ante las sanciones constituye un fenómeno digno de estudio y análisis en el contexto geopolítico actual.



NO SE PUEDE IR A LA GUERRA SIN UN EQUIPO DE PROPAGANDA GLOBAL ÓPTIMO 


    La percepción de la Guerra de Ucrania en la comunidad internacional es un fenómeno complejo que despierta el interés de los observadores políticos contemporáneos. A pesar de la expulsión de empresas mediáticas rusas como RT y Sputnik de ciertos países, el éxito propagandístico ruso se manifiesta en la adopción de su narrativa por parte de numerosos actores políticos y medios de comunicación en todo el mundo.


Esta situación se refleja en llamamientos para detener el conflicto y en acciones como el bloqueo de los agricultores polacos al grano ucraniano, así como en ataques de partidos políticos extremistas a la OTAN, alegando que esta entidad es la generadora del conflicto. Además, se observa un inmovilismo por parte de los denominados "pacifistas", quienes parecen ignorar los crímenes de guerra atribuidos a las tropas y funcionarios rusos, en contraste con la atención que prestan a la tragedia de la población civil en la Franja de Gaza durante el conflicto entre Hamás e Israel.


Esta situación plantea una lección relevante para muchos gobiernos democráticos, que aún no comprenden plenamente la importancia de la propaganda política en la configuración de la opinión pública. Mientras tanto, los gobiernos del antiguo Bloque Soviético han demostrado un entendimiento profundo de esta herramienta y su impacto en la arena internacional.



NO SE PUEDE IR A LA GUERRA SIN UN SISTEMA GLOBAL DE ALIANZAS MILITARES, ECONÓMICAS Y COMERCIALES QUE DERIVEN EN FORMAS DIPLOMÁTICAS


    Al examinar la lista oficial del gobierno de la Federación Rusa que enumera los gobiernos extranjeros considerados hostiles y sujetos a sanciones por parte del presidente Vladimir Putin, se revela una distribución geográfica notable:


En Europa, las sanciones abarcan prácticamente todo el continente, con la excepción de Bielorrusia, Bosnia-Herzegovina, Moldavia y Serbia, que mantienen relaciones más favorables con Rusia. En Asia, los países afectados son Japón, Corea del Sur y Taiwán, mientras que en Oceanía las sanciones alcanzan a Micronesia, Australia y Nueva Zelanda. En el continente americano, la lista incluye a las Bahamas, Canadá y Estados Unidos. Curiosamente, África es el único continente que no cuenta con ningún estado mencionado en la lista de gobiernos hostiles, lo que refleja una dinámica geopolítica interesante y sugiere posibles áreas de cooperación o alianza entre Rusia y los países africanos.


En resumen, solo 54 de los 195 países que conforman el sistema de Naciones Unidas han adoptado una postura decidida frente a la invasión de Ucrania, mientras que el resto ha optado por una actitud neutral, que en ocasiones ha sido interpretada como complicidad. Esta dinámica explica por qué en América Latina, África y gran parte de Asia, se ha observado un respaldo al gobierno de Putin, con la negativa a imponer sanciones o bloquear exportaciones e importaciones rusas. Además, se ha permitido el bloqueo de las denuncias ucranianas sobre violaciones al Derecho Internacional Humanitario en los medios de comunicación nacionales, como han evidenciado algunos líderes latinoamericanos al bloquear los mensajes del presidente Zelensky en foros regionales.


Esta situación ha sido reveladora al identificar claramente a los adversarios de Occidente, quienes enfrentan un riesgo político y económico considerable al involucrarse en el conflicto ucraniano. Una eventual derrota política y militar de Rusia podría desencadenar represalias globales contra los gobiernos de estos países, con excepciones como China, India, Arabia Saudita y algunos otros, que podrían resistir las posibles consecuencias de la ira de las naciones occidentales opuestas al gobierno ruso.



NO SE PUEDE IR A LA GUERRA SIN UN BUEN SISTEMA OPERATIVO DE RESERVAS HUMANAS Y MATERIALES


    Esta declaración, aunque pueda parecer obvia, reviste una importancia crucial para comprender la asignación de recursos financieros y materiales en defensa militar, pues es una decisión política de los gobiernos y no exclusiva de los líderes militares.


Se han evidenciado numerosas situaciones incómodas en el seno de la OTAN, donde se está intentando corregir décadas de decisiones políticas basadas en la falsa percepción de que las guerras eran un fenómeno del pasado. Esto ha llevado desde la reconstrucción casi total de las Fuerzas Armadas de Alemania hasta la reinstauración del servicio militar obligatorio en varios países europeos, además de un incremento en el gasto militar y de seguridad en los 54 países que se enfrentan a la Federación Rusa.


El caso de Ucrania es ilustrativo, pues se encontraba en una guerra no declarada con Rusia desde 2014. A pesar de esta situación, no se tomaron las medidas necesarias, como la formación de reservistas, durante los ocho años previos a la invasión total. Ahora, se están formando unidades militares de manera acelerada en Europa Occidental, con un entrenamiento intensivo de 10 a 12 semanas, para ser desplegadas directamente en el frente de combate.


Por otro lado, Rusia ha recurrido al reclutamiento de prisioneros, miembros de minorías étnicas con dificultades económicas y mercenarios de países aliados o neutrales como Cuba o Nepal para satisfacer sus necesidades de recursos humanos, evitando así la necesidad de una movilización general. Esta estrategia ilustra la flexibilidad y adaptabilidad del gobierno ruso ante las demandas de la guerra.


Países como Israel, Finlandia y Singapur han ofrecido modelos ejemplares al combinar ejércitos profesionales con reservistas altamente entrenados, listos para entrar en acción en caso de guerra. Este enfoque contrasta notablemente con la situación en Ucrania, que carece de un sistema similar de reservistas bien entrenados, lo que resalta como un caso de estudio crucial para los responsables políticos de otros países.


Asimismo, la gestión de recursos materiales ha revelado una falta de previsión en la preparación y almacenamiento de suministros militares, como municiones. Esta deficiencia ha llevado a una crisis en la industria militar europea, mientras que en el caso de Rusia, la llegada oportuna de municiones y equipos militares provenientes de Irán y Corea del Norte ha marcado una diferencia significativa en el campo de batalla. Estos contrastes subrayan la importancia de una planificación logística adecuada, que lamentablemente ha sido pasada por alto por los planificadores políticos de la OTAN, quienes debieron haber anticipado escenarios de guerra a gran escala y haber tomado medidas preventivas en consecuencia.


LA CONCLUSIÓN


    La clave de la victoria o la derrota en la guerra yace en las salas de planificación de los gobiernos, donde se forjan decisiones políticas cruciales, muchas veces impopulares pero indispensables para proteger a las naciones. Estos conflictos no solo se limitan al ámbito militar convencional, sino que también abarcan los enfrentamientos asimétricos. Un país que desafíe al mundo desarrollado sin una planificación meticulosa corre el riesgo de sufrir una devastación total, sin siquiera disparar un solo tiro. Millones de ciudadanos podrían verse obligados a huir hacia otros países, mientras que la pérdida económica podría superar incluso los estragos de una guerra convencional o las calamidades bíblicas.

Comentarios

  1. Buen planteamiento de escenarios. Asi va el cambio, tecnologias, mesas de trabajo y toma de decisiones. Excelente juan.

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