El aislamiento tumultuoso del Minotauro: reflexiones sobre la arrogancia desmedida.
La creación de Pasífae representaba una afrenta para Minos, su consorte y rey, quien decidió encerrarla en un laberinto, también construido por Dédalo. Así, lo que no era visible podía hacerse palpable. En términos linguísticos, el Minotauro, es decir, el toro de Minos, constituía una suerte de juego lingüístico al estilo de Wittgenstein, donde el
"Tractatus", es decir, todo lo que se dice, podía ser pensado, siendo los límites del pensamiento la consecuencia de los límites del lenguaje (Scruton, 1981). Estos límites del lenguaje que restringen al pensamiento sin un vestigio kantiano del entendimiento. Minos era consciente de la aberración de su reina, el producto de su bestialismo era evidente y para recordar su origen, era violento y carnívoro. Sin embargo, dentro de los límites del pensamiento individual, esa inmundicia podía esconderse en un laberinto de caminos sinuosos, con el propósito de extraviar la verdad, es decir, para despojar al lenguaje de su carga lógica o "ilocutiva, que le confiere valor veritativo" (Austin, 1962).
El Minotauro no solo fue engendrado por el acto bestial de copular con un animal, sino también por las palabras y los juegos del lenguaje que moldeaban su verdad y su existencia. Según Wittgenstein, "el lenguaje enlaza al lenguaje y de lo que no se puede hablar, pues reside en nuestro interior es mejor callarse" (Wittgenstein, 2007). En ese laberinto de Wittgenstein residía esa bestia semi humana, rodeada de restos humanos dispuestos como banquete, entre los cuales se encontraban jóvenes castos y muchachas vírgenes, que le eran entregados por Atenas como trofeo de guerra.
La bestia exhalaba odio, emanando ira y monstruosidad, representando la vil y ruin consecuencia de un origen inmundo. Surgió de la unión aberrante entre una mujer enclaustrada en una vaca de madera hueca y un toro, destinado como sacrificio al dios del mar. Sin embargo, este tributo ni siquiera fue aceptado por la deidad, que se complacía en las profundidades marinas, engendrando toda suerte de monstruos y criaturas abyectas. Estas aberraciones enlodaban el tálamo nupcial de Anfitrite, mientras que los horrores de Pasífae se resistían a ser controlados por Minos, revelando su falta de carácter y la enfermedad de hibris de la reina consorte, cuya desmesura de orgullo la llevó a satisfacer sus oscuras inclinaciones bestiales.
Es en este escenario donde Teseo, el hijo de Egeo, emerge para poner fin a tal carga de horror, acompañado por Ariadna, hija de Minos y princesa de Creta. Dotado con una madeja de hilo y una espada, Teseo se convierte en el símbolo del restablecimiento del orden. La madeja representa el vínculo con la civilidad, "ese lenguaje público que surge del lenguaje privado o personal, para ser públicamente dotado de un valor veritativo tautológico, que le permitiese representar a la realidad" (Scruton, 1981). Así, Teseo logra aniquilar al hijo de Pasífae, el engendro de sus bajas pasiones, y restablecer el orden al utilizar la madeja de hilo para salir del ominoso Laberinto, donde reinaban la mentira y la confusión. Al emplear la urdimbre como herramienta, se hace referencia a la costura como el oficio para buscar la verdad y la lógica, y así restablecer el orden civil.
El Minotauro yace solo, envuelto únicamente por su propia violencia, una situación que refleja el desolado panorama de Venezuela bajo el régimen gansteril del madurismo. En este laberinto transformado en Asamblea, engendran leyes inaplicables e inejecutables, reflejando una paradoja jurídica al definir castigos para delitos cometidos por sus propios creadores. ¿Cómo puede promulgarse una ley contra el odio cuando quienes lo propagan son aquellos que detentan el poder? ¿Qué mente, aparte de la de Calígula, podría aprobar una legislación contra el fascismo cuando el chavismo se asemeja intrínsecamente a tal ideología, empleando la aglomeración como medio de comunicación, desviando la responsabilidad hacia enemigos externos y operando bajo un régimen que evoca los horrores de la película "Los 120 días de Sodoma"? Esta excesiva ignorancia que acompaña a la audaz violencia, como señalara el filósofo contemporáneo José Rafael Herrera en sus escritos sobre "Saló, una nueva versión", encapsula la situación actual de Venezuela en estos tiempos sombríos.
Este representa el más genuino "legado" de las edades "heroicas", según las denomina Vico, para las naciones. Esta es la esencia de Saló: una condición de perversión que, en algunos casos, puede perdurar durante 120 días y, en otros, 24 años o incluso más. Todo depende de las habilidades para maniobrar en el lado oscuro de la luna o de la decidida voluntad de romper, finalmente, la pared. Y si se elige llegar "hasta el final", nadie debe dar la espalda (Herrera, 2024).
El horror de Saló puede extenderse por 120 días, evocando el espíritu de Sodoma, o prolongarse durante 65 años como en Cuba. El Minotauro no fue derrotado por el heroico Teseo, sino que yace bajo la censura de sus antiguos aliados, una vez compañeros de la izquierda troglodita, cleptócrata y torpe. El primero en denunciar a Maduro, aislado en su laberinto, fue el controvertido presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, quien calificó la inhabilitación de la candidatura de María Corina Machado como una regresión autoritaria, una crítica irónica viniendo de un presidente de izquierda acusado de malos manejos. La otra condena provino del exguerrillero Gustavo Petro, quien denunció como un golpe artero a la democracia la criminalización de la oposición en Venezuela y la violencia contra los líderes políticos. Petro señaló que la izquierda muestra valentía al enfrentarse en elecciones, ya que sus raíces están profundamente arraigadas en los deseos del pueblo. Por el contrario, evadir la contienda electoral es una práctica fascista, reminiscente de la ley que intenta engendrar Pasífae en una vaca hueca. Con esta acción, están demostrando "que el lenguaje privado o en primera persona, que esconde los viscerales deseos, se valida con un lenguaje colectivo que no ha logrado pasar los filtros de validación de los espacios públicos, truncando así el vínculo entre la filosofía de la lengua y la del pensamiento" (Wittgestein, 2007).
En última instancia, la soledad en el laberinto se encuentra acompañada por la violencia, mientras que sus aliados en Colombia, Brasil y Chile buscan apartar a la izquierda de un gobierno neofascista que promulga leyes en su contra y atenta contra su vocación ideológica. Esta situación plantea la más inmensa de las antinomias: legislar para limitar la conducta de una gansterilidad connaturalmente fascista. Como señaló de manera lúcida Pepe Mujica, no se trata simplemente de personas de izquierda, sino de enemigos de la libertad, gorilas cuyas conductas recuerdan a los militares del Cono Sur. Se les ha despojado de su máscara; son ustedes los representantes tropicales de Hitler, Goebbels y del Duce en sus sangrientos 120 días de gobierno títere en Saló. El desafío reside en buscar una unidad que sea auténtica, limpia de reveses y cohabitaciones, una unidad que presuponga el gobierno de los mejores y rechace la kakistocracia. Esta unidad no debe caer en el pragmatismo de elegir a cualquiera, ya que el pragmatismo político implica la validación lógica de los límites del lenguaje que coartan la mente y dificultan el entendimiento. El pragmatismo no equivale a traición ni a una búsqueda desesperada de supervivencia; más bien, se trata de una unidad orientada hacia el progreso, la libertad y la conspiración, que consiste en inspirar colectivamente el mismo aire de libertad tanto para aquellos que viven en el exilio como para quienes padecemos el aislamiento interno.
En la actualidad y para siempre, la mayor derrota para este régimen consiste en observar cómo se enreda en conflictos con sus antiguos aliados ideológicos, sumiéndose en un estado de confrontación y degradación como respuesta a la crítica. Consciente de su declive en la aceptación popular, el régimen adopta prácticas propias de regímenes fascistas al intentar promulgar una ley destinada a contener las conductas fascistas, lo cual representa una notable contradicción en este caótico archipiélago de opiniones divergentes. En este contexto, la ira se convierte en la principal legisladora, resonando estridentemente desde lo alto del hemiciclo a través de la voz discordante de un psiquiatra incapaz de librarse del odio, el rencor y el resentimiento. Aunque intente desestimar las opiniones de sus antiguos aliados en cualquier foro, el régimen revela su carencia de vocabulario y su vacío espiritual. El Minotauro, en su laberinto, permanece solo, acompañado únicamente por la violencia.



Excelente comparación entre el gobierno Venezolano y el minotauro , buen conocimiento general, muy instructivo el escrito👏👏👏
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