Cuál es el futuro del capitalismo



    ¿El sistema económico más exitoso del mundo necesita una reforma? En una palabra, sí. Vale la pena reparar ese motor fiable de crecimiento y prosperidad que es el capitalismo. El consenso sobre cómo hacerlo es sorprendentemente alto entre la nueva generación de líderes empresariales.


En su obra 'El Futuro del Capitalismo', publicada en 2018, el economista de desarrollo Paul Collier alertó sobre el potencial del capitalismo moderno para elevarnos a niveles de prosperidad sin precedentes, pero advirtió que, lamentablemente, se encuentra en una situación de bancarrota moral y avanza inexorablemente hacia una tragedia. La máxima de que 'todo exceso puede ser autodestructivo' resulta aplicable al capitalismo, lo cual nos obliga a reconocer la necesidad imperativa de evolucionar o perecer.El debate en torno a la necesidad de reformar, reimaginar o regenerar el capitalismo no es nuevo, pero ha cobrado una relevancia aún mayor tras el impacto de la pandemia, que ha llevado incluso a los más acérrimos defensores del sistema a sumarse al coro de voces que exigen cambios de gran envergadura.Los líderes empresariales enfrentan ahora el desafiante reto de guiar un sistema que clama por reformas, especialmente en un momento en que una nueva generación asume la responsabilidad de su herencia. Es imperativo realizar una reflexión profunda sobre el futuro del capitalismo, reconociendo la urgente necesidad de transformación.


Se impone una reflexión a fondo sobre el futuro del capitalismo


¿Qué es el capitalismo?  


El capitalismo puede ser definido como un sistema económico caracterizado por la propiedad privada o corporativa de bienes de capital, inversiones determinadas por decisiones privadas, así como precios, producción y distribución de bienes determinados principalmente por la competencia en un mercado libre. A primera vista, esta descripción puede no despertar recelos, ya que implica una combinación de libertad de empresa, iniciativa emprendedora y libertad de mercado. Sin embargo, es crucial destacar un matiz importante: hasta los años 60, existía un consenso en torno a la idea de que el capitalismo requería adherirse a normas éticas y estaba al servicio del bienestar de la sociedad en su conjunto. Este punto marca la primera señal de que, desde entonces, algo ha cambiado en el paradigma del capitalismo.En 2015, el Fondo Monetario Internacional (FMI) describió el ánimo de lucro como "el rasgo esencial del capitalismo", una afirmación que pocos discuten. Sin embargo, también existen críticas hacia esta perspectiva, argumentando que el afán de lucro puede ser parte del problema en lugar de la solución. Abordaremos este tema con mayor profundidad más adelante.


“Hasta los años 60, el consenso era que el capitalismo requería unas normas éticas”


Adam Smith postuló en su obra 'La riqueza de las naciones' (1776) que no es la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtenemos nuestra cena, sino su preocupación por sus propios intereses. Considerado el padre de la economía moderna, Smith sostenía que el ánimo de lucro podía beneficiar a la sociedad en su conjunto, una visión que impulsó la Revolución Industrial. Como resalta el manual del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el capitalismo de libre mercado, en una transacción de intercambio voluntario, ambas partes tienen su propio interés en los resultados, pero ninguna puede obtener lo que quiere sin tener en cuenta lo que quiere la otra. Es este autointerés racional lo que puede conducir a la prosperidad económica.Aunque el capitalismo opone la propiedad privada a la pública, esto no implica que los Gobiernos no desempeñen ningún papel en facilitar el funcionamiento eficaz y eficiente del sistema. De hecho, la regulación gubernamental es imprescindible para evitar la explotación laboral, limitar el poder de los monopolios y garantizar la libre competencia en el tan anhelado 'libre mercado'. Además, las empresas necesitan una 'licencia social' para operar, sin la cual les resultaría más difícil encontrar clientes dispuestos.El concepto de capitalismo ha evolucionado constantemente a lo largo del tiempo, y sigue haciéndolo.


Para operar, las empresas necesitan una “licencia social”


A diferencia de la antigua “economía de mercado”, el capitalismo occidental surgió hace relativamente poco, hacia finales del siglo XVII, con la Revolución Agrícola. Su arraigo se produjo en la segunda mitad del XVIII, durante la Revolución Industrial (la época de Adam Smith), cuando el capitalismo agrícola fue sustituido por el industrial. Después, el siglo XX trajo el capitalismo financiero (lo que se conoce como “financiarización de la economía”), y el sector financiero eclipsó el resto, otra señal de los problemas que vendrían. Hoy, nos enfrentamos a un nuevo modelo vinculado a la cuarta revolución industrial y, en concreto, a las tecnologías digitales. Según Zamagni, “sabemos algo, pero no lo suficiente” sobre la forma que adoptará el capitalismo en un futuro próximo.


Gracias a las plataformas y los servicios digitales, llegar a todo el mundo es más fácil que nunca


Sin embargo, la proliferación de dinero fácil y, cada vez más, de emprendedores tecnológicos que siguen la famosa máxima de "muévete rápido y rompe cosas" conlleva sus propios riesgos. Empresas como Facebook, Uber y Airbnb han desafiado los límites de la regulación sectorial y han innovado en áreas grises. Precisamente aquí es donde surgen nuevos problemas, provocados por tecnocapitalistas desenfrenados que se enorgullecen de "pedir perdón, no permiso" y, posteriormente, ante las consecuencias no deseadas de sus acciones, ni siquiera se disculpan. ¿Qué hay de la protección de datos y la privacidad? ¿Alguien consideró que las nuevas tecnologías también podrían tener un impacto negativo si eran explotadas por personas sin escrúpulos?


¿Qué le pasa al capitalismo?


Haciendo un paralelismo con lo que Winston Churchill dijo de la democracia, podría decirse que el capitalismo es el peor sistema económico, a excepción de todos los demás que se han probado. Teniendo eso presente, veamos tres de los numerosos problemas planteados en el Futuro del Capitalismo. Como observan están tan interconectados y no es fácil separarlos.


1. Es insostenible: corremos el peligro de destruir el planeta. Un ejemplo ilustrativo: sabemos desde hace décadas lo perjudiciales que son la extracción y el consumo de combustibles fósiles para el medio ambiente, pero no parece que el sistema capitalista actual haga lo suficiente para frenarlos.


Desde Ámsterdam, Jennifer Morgan directora ejecutiva de Greenpeace, advierte: “Una de las paradojas más perversas que recordarán las futuras generaciones no es que, aun conociendo las causas de la crisis climática, no tomáramos inmediatamente medidas para detenerla, sino que nuestros Gobiernos siguieran ofreciendo incentivos y subsidios a los mismos sectores que la provocaron”.


El capitalismo es el peor sistema económico, a excepción de todos los demás que se han probado


Según Morgan, los combustibles fósiles reciben el triple de dinero en inversiones y subsidios que las soluciones verdes: “Rescatar compañías aéreas no es recortar emisiones”.


El capitalismo sin límites es extractivo, y los recursos de nuestro planeta, finitos, insiste Morgan. El éxito, en el lenguaje capitalista, se mide por lo que creces, lo cual es insostenible. El sistema ha alentado el consumo por encima de las posibilidades de nuestro planeta.


2. Está amañado: los ganadores se lo llevan casi todo. Está demostrado que la forma más fácil de ganar dinero es si ya lo tienes. Pensemos, por ejemplo, en la retribución de los CEO en los últimos años. Con el fin de alinear sus incentivos con los de los accionistas, se les paga una gran parte de su sueldo en opciones sobre acciones. Como las bolsas se han disparado gracias a los rescates aprobados durante la crisis de la COVID-19, los CEO en concreto han amasado una auténtica fortuna, por la que muchos pagan muy poco en impuestos. Al mantener sus opciones sobre acciones en bolsa y obtener préstamos para acumular más propiedades, los impuestos que pagan los multimillonarios son escandalosamente bajos, como indican estudios recientes.


No son pocos los problemas éticos, económicos y sociales asociados a una desigualdad desbocada


No son pocos los problemas éticos, económicos y sociales asociados a una desigualdad desbocada. Uno de ellos es la proliferación casi constante de escándalos corporativos, según un estudio cuantitativo de bancos estadounidenses en el período 2007-2013. Los autores han hallado evidencias de una relación directa entre los sueldos inflados de los CEO y los comportamientos negativos de los empleados. O sea, los fraudes y otros problemas éticos proliferan más allí donde la brecha salarial es más grande, probablemente porque se sustituye la ética en la toma de decisiones por el “¿qué puedo sacar yo de esto?”, una actitud alimentada por la sensación de injusticia y la envidia.


Ese fenómeno se da especialmente cuando la retribución del CEO en opciones sobre acciones es alta, lo que podría indicar que le interesa más el precio de las acciones que los sistemas de control de la empresa. El estudio subraya que la retribución de los directivos, tanto en términos de incentivos como de estatus, puede influir en la mala conducta de los empleados.

Los bucles de realimentación negativa que exacerban la desigualdad amenazan el tejido social. La búsqueda del beneficio produce un bucle de realimentación que se autorrefuerza y amplía la brecha de ingresos, riqueza y oportunidad hasta el punto de que el capitalismo está “en peligro”. 


3. Se incide en el crecimiento del PIB a expensas del bienestar. En la mayoría de los países, el PIB pesa más que la Felicidad Nacional Bruta o índice de bienestar, que sí utiliza, por ejemplo, el capitalismo actual favorece el crecimiento, pero no el desarrollo. Es decir, no está pensado para garantizar el desarrollo humano, entendido como la educación, la salud, un sistema legal justo, un medio ambiente sano y otros derechos fundamentales que redundan en beneficio del bien común.


Los fraudes proliferan más allí donde la brecha salarial es más grande


Un ejemplo paradigmático de esta problemática se evidencia en el acceso a la atención médica asequible, un desafío de proporciones considerables en Estados Unidos. El fenómeno de las "muertes por desesperación", acuñado por los economistas Anne Case y Angus Deaton en su influyente obra "Muertes por desesperación y el futuro del capitalismo", ilustra este punto de manera elocuente. A pesar de ser la nación más próspera del mundo en términos de Producto Interno Bruto (PIB), el país enfrenta uno de los sistemas de atención médica más costosos y de difícil acceso, cuyos beneficios no se traducen en un mejoramiento sustancial del bienestar de sus ciudadanos. La esperanza de vida en Estados Unidos ha disminuido debido al alarmante aumento de las muertes por abuso de opiáceos, suicidios y otros comportamientos autodestructivos.


¿Hay solución?


En mi opinión, al trabajar dentro del sistema capitalista actual nos hemos cerrado a otras alternativas. La crisis de la COVID-19 podría ser justo la oportunidad que necesitábamos para abrirnos al despegue y posterior implantación de los modelos socioeconómicos alternativos que han resurgido en la última década.


La crisis de la COVID-19 podría haber sido la oportunidad que necesitamos


¿Puede haber un cambio dentro del capitalismo moderno, incluso a nivel internacional? Sí, es posible. Por ejemplo, en julio de este año, 130 países y territorios que representan más del 90% del PIB mundial unieron fuerzas para reformar el impuesto de sociedades a escala global, de forma que las multinacionales no podrán deslocalizar su sede a aquellos países con una fiscalidad más baja y se las obligará a pagar un impuesto mínimo global del 15% allí donde operen. Como ha manifestado el ministro de Economía de Francia, Bruno Le Maire, esta reforma “pondrá fin a la carrera a la baja” de la tributación corporativa. Lo más probable es que las grandes tecnológicas a las que se acusa de evadir impuestos, como Amazon y Facebook, sean las más afectadas. Los gobiernos podrán usar ese dinero extra para financiar objetivos de desarrollo.

Entre los cambios sistémicos también se pueden contar las nuevas métricas, mentalidades y responsabilidades, así como el paso de un enfoque basado en los accionistas a otro basado en los grupos de interés, que están adoptando empresas de todo el mundo. Alternativas Globales que enmarca las diferentes expresiones del capitalismo que hay en el mundo para ofrecer una perspectiva más allá de tu realidad social, cultural y política).Cambio organizacional


En el fondo, las empresas son el núcleo del capitalismo. El desprecio masivo que se le tiene al capitalismo tildado de avaricioso, egoísta y corrupto se debe en gran medida al deterioro del comportamiento de las empresas. Si hay un rasgo del capitalismo moderno que repele a la gente, es la obsesión por el beneficio. ¿Cómo pueden salir las empresas de esa espiral?


Entre los cambios sistémicos se pueden contar las nuevas métricas, mentalidades y responsabilidades


Las empresas necesitan una licencia social para operar. Cuidar de los grupos de interés, y no solo de los accionistas, es fundamental para el éxito a largo plazo, algo que, se admite cada vez más en el sector financiero y otros sectores. Los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible ya encabezan la agenda de todo el mundo. De hecho, crece el número de empresas que abrazan un nuevo compromiso ético; hay dejar el mundo mejor de como lo encontramos.

A nivel organizacional, hay que poner en propósito un gobierno corporativo 


La nueva generación está en la obligación de usar las herramientas de forma más responsable


Proporcionar mayor transparencia y trazabilidad al dinero digital, así como informar sobre su origen, emerge como una propuesta relevante en el panorama económico actual. Esta iniciativa busca dotar a las nuevas monedas de una mayor transparencia, permitiendo a los líderes empresariales adaptarlas a la misión y valores de sus organizaciones. Imaginemos un escenario donde los tokens incorporen información detallada sobre las cadenas de suministro, incluyendo prácticas de sostenibilidad y comercio justo. La codificación de estos datos para aumentar la transparencia del dinero no debería plantear mayores obstáculos en una era marcada por el uso extendido de servicios de transferencias móviles, como M-Pesa, y la popularidad de las criptomonedas.En este contexto, se entrelazan las decisiones personales, el liderazgo empresarial, los compromisos organizacionales y el cambio de paradigma. La responsabilidad individual emerge como un valor fundamental, al impulsar transformaciones tanto a nivel empresarial como sistémico desde lo más alto de la jerarquía organizacional.Nos encontramos inmersos en una indagación profunda: ¿qué representa el capitalismo en la actualidad? ¿Cuál es el verdadero propósito de la empresa? ¿Qué contribución realizamos hacia el bienestar colectivo y la realización de nuestras esperanzas, sueños y aspiraciones? ¿Estamos comprometidos a convertir nuestras organizaciones en plataformas de impacto genuinamente positivo?Es importante recordar que el capitalismo no es una ley física inmutable, sino más bien un sistema comercial que ha evolucionado a lo largo de los últimos 400 años, reflejando los valores, prioridades y habilidades de cada generación. Al igual que los gobiernos, imperios y dinastías que han surgido a lo largo de la historia, su legitimidad perdurará siempre y cuando responda de manera efectiva a las necesidades y valores fundamentales de la humanidad.

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